Casi una Fantasía: abril 2016

sábado, 23 de abril de 2016

Ganadores #8kFantasy Marzo-Abril

Hola a todos!!

Tengo el placer de comunicarles a los dos ganadores del primer concurso 8kFantasy del club :D

Ellos son Zafir05 y November91 (clik a sus nombres para ir a su perfil en wattpad)

Sus premios serán los siguientes:


1.- Entrevista de un personaje de su novela.
2.- Una página única en este blog para difusión de su novela y recibir comentarios.
3.- Una imagen en este blog que promocione su novela y tenga el link dirigido a su novela en wattpad.
4.- Promoción en redes sociales durante la semana.

La entrevista a sus personajes se hará cuando yo tenga un tiempo jeje, pero la entrada en este blog y la imagen con link a su novela en wattpad lo haré este fin de semana. Y hoy mismo empezaré con la difusión de sus novelas en redes sociales =)

Saludos y sigan deleitándonos con sus escritos :D

sábado, 16 de abril de 2016

#MicroFatanasy


Hola a todos!! En esta sección estarán los requisitos y la tabla de evaluación de los concursos #MicroFantasy. 

Cómo participar:

Los relatos que deseen participar, deben enviar, dentro del plazo que se indique cada mes, el micro cuento al correo s.shmorgan.club@blogger.com donde yo crearé una entrada para los relatos participantes.

El correo debe contener de asunto la frase "concurso microfantasy" para distinguir de otros concursos. Además deben dejar un link de su relato en wattpad, si es que lo publican ahí, para yo pegarlo en la entrada.

Requisitos: 

  • Escribir un relato de fantasía de máximo 500 palabras, basado en el subgénero que se entregue para cada convocatoria.
  • Los relatos deben ser de su autoría y se conservan por los autores todos los derechos las obras que presenten al concurso.
Premios:
  • Difusión de página de wattpad durante una semana en twitter, facebook y google+
  • Mención honrosa en este blog como ganador de #Miacrofantasy
  • Un wdiget en este blog con link para difundir tu novela.

Pauta de evaluación:

Se puntuará cada criterio de nota,  del 1 a 10. Después, del promedio obtenido se descontará un punto por los criterios de descuento. El resultado dará la obra ganadora.

Criterios de nota:
  • Originalidad: En este criterio se evalúa lo novedoso del relato.
  • Fidelidad al subgénero: En este apartado se evalúa que tan impregnado del subgénero escogido en la convocatoria, está escrito el relato.
  • Escena: Se evalúa la descripción del paisaje, entorno y contexto en general del relato.
  • Personajes: Se evalúa los personajes. Si son atrayentes, si son bien descritos, si son coherentes con el relato.
  • Guión: En esta sección se evalúa el uso de diálogos. Se evalúa su fluidez, realismo y como se relacionan con la narración propiamente tal.
Criterios de descuento:
  • Ortografía (Cada error descuenta 1 pto)
  • Redacción (Cada error importante de redacción, te descuenta 1 pto)
Saludos, y espero que participen para aprender a escribir microcuentos y darnos el placer al jurado de leerlos :O


Todas las obras que se presenten a concurso, el autor mantiene una licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

jueves, 7 de abril de 2016

#8kFantasy "Cosmos"

Hola a todos!

Aquí está la participación de Zafir05, que cumplió su meta #8kFantasy, por lo que obtendrá los grandiosos premios de difusión a su novela :D

Si quieres visitar su perfil en wattpad https://www.wattpad.com/user/zafir05


Olimpo

Capítulo 1

Oía el golpe hueco y melodioso mientras observaba sus botas viejas, discordantes con aquella maravillosa calzada, resplandeciente, brillante, impoluta, sus tenues brillos resultaban absorbentes para ella, incluso podía ver el reflejo de sus extraños ojos sobre la superficie. Creyó que incluso se sentía mal pisarla. Finalmente decidió sorprenderse del resto del paisaje, decenas de ángeles hacían su vida cotidiana, rodeados de aquellos edificios que desafiaban a la gravedad, colores claros, predominando el oro, transmitiendo una sensación de pureza englobante.

Ambos jóvenes iban caminando rumbo a la sede del consejo, Kaidan circulaba rápido, tenso, incómodo, no le gustaban las miradas del resto de ángeles. Jazz lo notó, se sintió observada, debían estar todos allí al tanto de su misión, cuando supuso atisbar curiosidad en sus miradas descubrió que solo desprecio había hacia el joven que la acompañaba, todos los ángeles con los que se cruzaban miraban a Kaidan como si su sola presencia fuera desagradable para ellos, mientras que a ella simplemente la miraban, la curiosidad no era algo que sentir cobre especies inferiores, para los ángeles, ella simplemente era un ser poco común, pero que nada tendría para compararse con la pureza de aquellos seres celestiales. Sintió cómo el cuerpo de Kaidan respondía a aquellas duras miradas juntando sus cejas y endureciendo su rostro, parecía irritado.

Finalmente llegaron ante un imponente edificio que se retorcía infinito hasta desaparecer entre las nubes. Jazz se fijó en aquellas suaves formas, en un principio creyó que eran nubes, pero cuando se fijó con atención descubrió que estaban formadas por brillantes partículas que nada tenían que ver con los fenómenos meteorológicos de la Tierra. Esas extrañas nubes rodeaban todo más allá del horizonte, Kaidan se percató de la curiosidad de Jazz por aquellas figuras que él estaba cansado de ver, pero no quiso abrir la boca y explicarse, sus comentarios nunca eran bien recibidos, y aunque ella no era un ángel, estaba demasiado acostumbrado a que lo repudiaran. En cuanto llegaron a la sede del consejo se paró frente a la maciza puerta doble con incrustaciones de celestiales figuras. Se dio media vuelta y se fue, a él sólo le habían mandado ir buscarla y llevarla hasta ahí, nada más.


-Espera, ¿a dónde vas? -Jazz se sintió inmediatamente alerta.


-Yo solo soy el mensajero, dentro te explicarán todo. –Kaidan metió las manos en los bolsillos de su negra chaqueta y siguió rumbo a su habitación en la residencia de aspirantes. Ya estaba acostumbrado a soportar las miradas que los habitantes del Olimpo le dedicaban, solo mantenía la mirada en el suelo y las alas encogidas en su espalda, una posición incómoda que le pasaba factura al final del día, así que aprovechaba la soledad de su habitación para poder estirarlas a sus anchas.


Jazz lo observó marcharse, con sus cejas juntas en un perpetuo ceño fruncido y los músculos tensos por la incomodidad constante. Ella suspiró y miró de nuevo la imponente puerta, se había quedado sola, en una realidad paralela a la de su mundo, aunque era normal sentir miedo, ella simplemente sacudió la cabeza ahorrándose emociones contraproducentes. Afianzó el agarre de su bolsa de lona y con firmeza impulsó las puertas. Una amplia sala compuesta de lo que denominaría como mármol, con columnas del mismo material blanco con apreciaciones grises, se expandía hasta donde su espectacular vista apenas llegaba.


Un fornido hombre, con el cabello claro y ojos casi transparentes la analizó de arriba abajo. Jazz se había fijado en que todos los ángeles seguían el mismo patrón de cabello y ojos claros, con alas puramente blancas, todos excepto Kaidan, con una contrastante mezcla; cabello dorado como los rayos del tranquilo sol que iluminaba aquel lugar, y unos ojos profundamente negros, como sus brillantes alas. El hombre que llevaba unos minutos observándola vestía un uniforme negro, destacándose entre los claros atuendos de la población, tenía un semblante altanero y las rubias cejas arqueadas.


-¿Va a seguir observándome mucho más? Porque creo que se requiere mi presencia en alguna parte. –La voz de Jazz saltó haciendo florituras plagadas de su peculiar mofa. El guardián de la entrada frunció el ceño,  nunca trataban con especies inferiores, por las obvias razones de todos los significados de la palabra "inferiores", no esperaba aquella falta de respeto.


-¿Eres el Cosmos? –Su voz engreía argumentó a favor del ferviente credencial de superioridad que por lo que Jazz había visto era común allí.


-Algunas veces, sí. –Jazz se encogió de hombros restándole importancia.


-Acompáñame. –Sin esperar respuesta el ángel se dio la vuelta y comenzó a andar con firmes pasos hacia un elevador, entraron en la brillante cápsula con paredes de cristal y en un parpadeo estaban rodeados por las mismas paredes de mármol pero en una sala diferente. El guardia le hizo un gesto formal para que se adentrara y él se volvió por donde habían venido.


Jazz repasó con sus dedos la correa de la bolsa, inspeccionando cada esquina alerta.


-Es un placer conocerla en persona, al fin. –Un anciano con el cabello más blanco que jamás había visto apareció frente a ella sorprendiéndola, con otros seis ángeles de envejecido aspecto.


<<Eso comentan>>


Jazz creyó que no sería conveniente exteriorizar sus pensamientos, así que simplemente observó a los siete ángeles que tenía delante intentando esbozar una amigable sonrisa, pero después de tantos años sin hacerlo solo consiguió que una extraña mueca tiñera su rostro.


-Kaidan me dijo que tenían una misión para mí. –No se le pasó por alto la mofa de los otros seis ángeles al escuchar el nombre del ángel de negras alas.


-Y así es. Soy Ezequiel, el líder del consejo. –Les envió una mirada de reprimenda a sus compañeros, los cuales seguían con expresiones sardónicas.


-Soy Jazz, aunque eso ya lo sabía. –El anciano sonrió, se le antojaba curiosa aquella joven excepcional.


Se sentaron en unos cómodos sillones que formaban un semicírculo con Jazz al frente, se sintió como en un tribunal donde sería juzgada.


-Bien, te preguntarás por qué estás aquí. –Ezequiel comenzó a explicarse, esperó a que Jazz asintiera y prosiguió con su monólogo. –Tu mundo se ha ido combustionado llevado por la depravación y corrupción, todo por culpa de la energía y la debilidad de la naturaleza humana. Pero el oráculo nos mostró una solución, se nos avisó de que nacería una fuerza entre todas las energías, una fuerza sin límites, parte del cosmos se manifestaría con cuerpo humano. Estuvimos observándote a través del oráculo Jazz, te encontramos, tú eres la fuerza capaz de volver atrás y resolver los errores del pasado.


<< ¿La habían observado?>> A Jazz le recorrió un escalofrío al imaginarse a esos ancianos observándola en ciertos momentos de su vida.


-¿Entonces debo retroceder en el tiempo y decirle al elemento del mal que no tontee con la energía? –En su mente sonaba simple.


-¿Enserio es éste el ser del que nos hablaba el oráculo? Ezequiel, no podemos dejarlo todo en sus manos. –Uno de los ancianos se levantó del reconfortante y mullido sillón color crema.


-Nathaniel, siéntate y modera tu comportamiento, es ella, obviamente, el oráculo nunca falla, ¿o acaso estas desafiando nuestras leyes? –Ezequiel le miró calmado, tranquilo, ya estaba acostumbrado al temperamento de su compañero. Nathaniel se sentó murmurando lo que a Jazz se le antojaron como pensamientos negativos hacia su persona. Ella frunció el ceño intentando retener las desaconsejables palabras que luchaban por salir de su boca. –Verás, Jazz, no es tan fácil. Si le dijeras al elemento del mal que si modifica la energía para sus fines acabará destrozando el mundo solo precipitará su declive. –Se tomó unos segundos mientras acariciaba una de las plumas de sus alas. -Nosotros nos regimos por las leyes del oráculo, es lo más sagrado para nosotros. –Nathaniel se revolvió incómodo en su sillón, haciendo que sus plumas se agitaran- el oráculo nos habló de una profecía, un ser con un poder especial debería recoger la pureza de cada uno de los elementos –Jazz arrugó el gesto confundida-una vez todas las energías juntas serían absorbidas por el mundo donde todas las esencias convergen, en el momento donde el primer Broowling fue concebido, rejuveneciendo La Tierra. –La voz de Ezequiel sonaba profunda y solemne a sus oídos.


-¿Iré a la Tierra, y cogeré la pureza de cada uno de los elementos? –El escepticismo de la joven hizo que Ezequiel sonriera.


-Con pureza nos referimos a algo que ellos te otorguen en un gesto completamente desinteresado y altruista que esté plagado de sus esencias. –Ella no creyó que el mal podría ser ni desinteresado ni altruista. Pero meditó seriamente aquello, retrocedería al pasado, en busca de cada uno de los elementos, su familia, y finalmente salvaría el mundo, no le sonaba mal, nada mal.





Capítulo  2

Abrió la puerta color crin de unicornio y entró en su nueva habitación temporal. El ángel al cual habían ordenado que la acompañara se dio la vuelta y se internó de nuevo en aquel pasillo de la residencia de aspirantes. Jazz apenas llevaba en el Olimpo unas horas y ya estaba harta de todos aquellos seres con aires de grandeza que la miraban por encima del hombro.

Sacó su caja de recuerdos de la bolsa de lona verde y se sentó en una sencilla silla de escritorio. Apoyó la caja en la fina superficie de la mesa de madera y acarició el cartón duro su vieja caja. Con un suspiro arrancó la tapa y observó impasible el collar de su madre y cubierta del álbum de fotos que había conseguido salvar de la antigua mansión. Ya no sentía nada, sólo nada. Lo abrió y ojeó las hojas, absorta en las imágenes como solía hacer casi todos los días, no era bueno tener demasiado tiempo libre. En las últimas hojas alguien había añadido nuevas fotos, fotos de jóvenes alegres disfrutando de su juventud. Jazz no pudo evitar sonreír con nostalgia por primera vez en trescientos años pasando esas mismas páginas. Con el brillo de la esperanza de nuevo latiendo en su pecho, se permitió creer. Alguien había sembrado algo en su árido interior, y los brotes verdes no demorarían en aparecer.
El mismo ángel inexpresivo, como el resto que se veían en la obligación de interactuar con ella, la llevó a la sala de combates, donde Ezequiel le había informado que tendría que elegir a su compañero. Ella había quedado confundida al respecto, no creía que necesitara a nadie, siempre trabajaba sola. Pero como Ezequiel le explicó pacientemente, el desgaste que su cuerpo sufrirá con los viajes en el tiempo de tan larga distancia debilitarán sus fuerzas. Por ello debía elegir a alguien con el que compartiría el viaje de su vida, la única oportunidad de recuperar a su familia, y menos importante para ella, salvar el mundo.  El ángel inexpresivo, así era como ella lo había bautizado, se quedó tenso como un poste al lado de una amplia puerta doble.
-Es aquí. –Sentenció solemne.
-Bien, adiós. –Jazz hizo un gesto vago con la mano y entró en el gimnasio de entrenamientos. Un fuerte olor a humanidad abofeteó sus fosas nasales. Ella creía que los ángeles eran criaturas divinamente celestiales que no podían sudar. Esa desagradable función solo estaría disponible para los humanos. Con su nariz arrugada se acercó al único ángel con camiseta y que no estaba enzarzado en un combate. El ángel se percató de su presencia y desvió la atención de los combates de sus alumnos.
-¿Eres el Cosmos? –Ante la pregunta de su instructor, Kaidan, al fondo de la sala se tensó y le dirigió una  disimulada mirada a Jazz. Siguió atacando a los autómatas de su cubículo de simulación, no era algo virtual, sino formas con complejos engranajes que aparentaban ser enemigos.  Una vez que se derribaba uno, aparecía otro instantáneamente gracias a un sistema de poleas, y así infinitamente hasta que Adonis, su instructor, creía que era suficiente por ese día.
Jazz observó al ángel que estaba de brazos cruzados vigilando a sus alumnos.
-Sí. –Contestó también con la mirada en los combates, le maravillaban aquellas alas resplandecientes de magnificencia. Los ángeles luchaban con experiencia y precisión, fundidos con las plumas que los hacían volar cuando requirieran.
-Soy Adonis, el instructor de la fase física.
-Jazz. –Se presentó ella. Adonis le dedicó un asentimiento, lo más parecido a una muestra de respeto que Jazz había recibido en aquel mundo paralelo.
-¡Ya basta! –Gritó Adonis a los ángeles, todos estaban revolucionados por la llegada del Cosmos, sabían que a uno de ellos se le otorgaría el honor de la misión acompañándola. Pero ninguno daba muestras de haberse percatado de su llegada, todos en aquel lugar parecían ignorarla, mas en su interior ninguno pasaba por alto su novedosa presencia. –Todos al frente.
Cada uno de ellos se colocó en una fila, frente a Jazz y Adonis. Cada estudiante a la derecha de un compañero. Jazz se fijó en sus torsos, el ángel que estaba a la derecha del todo poseía una piel impoluta. Pero a medida que se avanzaba hasta el último, los ángeles tenían cada vez más figuras negras, como tatuajes en su piel. No eran formas conocidas, sino como tribales, dependiendo de la luz describían plateados brillos. La mayoría eran hombres, tan solo dos mujeres formaban filas firmes, a diferencia del resto, vestidas con camisetas de tirantes. Jazz se había percatado que todos vestían la mayor parte del tiempo  camisetas de tirantes, por la comodidad de las alas. Sin embargo, los ancianos del consejo no,  se preguntó si les harían agujeros a sus túnicas para que sus alas pudieran liberarse.
-Éstos son los mejores aprendices del Olimpo. –Señaló Adonis con un amplio orgullo. Jazz paseó la mirada por todos ellos, el primero, el que no tenía ni un solo tatuaje, se erguía en toda su altura, firme, con la cabeza en alto. Jazz no pudo evitar arrugar el gesto presintiendo su engreída personalidad. Unos ruidos de tuercas y movimiento al fondo de la sala le hicieron desviar la mirada a las sombras. Kaidan derrotaba a sus autómatas contrincantes de una forma precisa y letal. Jazz reconocía la maestría en el arte de la lucha, como el olor de una tarta recién horneada. El joven parecía ajeno a la situación de reclutamiento, pero sus oídos solo estaban a la espera de que Jazz pronunciara el nombre del afortunado ángel que la acompañaría a La Tierra. Kaidan sabía que escogería a Uriel, el favorito del ministerio, todos en el Olimpo conocían sus brillantes aptitudes. Kaidan lo detestaba, él sabía el veneno que corría por las impolutas venas de Uriel. Él no tenía  ninguna marca, no cómo Kaidan.
Jazz vio aquellas alas negras, reconoció que Kaidan luchaba extremadamente bien, comparándolo con el resto de ángeles, a los cuales había visto pelear, él destacaba con su precisión y rapidez. Le sorprendió la gran cantidad de esos extraños tatuajes que adornaban su brillante piel por el sudor. Era el que más poseía, con diferencia.
-¿Qué hay de él? –Jazz señaló al fondo, donde el ángel de las negras se tensó imperceptiblemente, pero siguió entrenando.
-Él no es apto para esta misión, éstos son los mejores. Uriel es un brillante aprendiz, creo que sería una buena elección. –Adonis intentó desviar el interés de Jazz, pero la joven ya había comenzado a rotar sus engranajes. Ella ni siquiera volvió a mirar a Uriel, su halo de cinismo le llegaba desde su posición.
-Elijo a Kaidan. –El silencio lo abarcó todo durante unos efímeros segundos, incluso se dejaron de oír los tornillos de las máquinas saltando por los golpes del entrenamiento. Todos los presentes abrieron los ojos ante la inesperada respuesta. Uriel y Adonis, estupefactos se giraron hacia ella.
-Es imposible, él no puede ser tu compañero. –Adonis sentenció con aires desconcertados.
-Es mi elección, si no es él no quiero ningún compañero. –Jazz se encogió de hombros con su sinceridad aplastante perforando las cabezas de los horrorizados ángeles.  Uriel la miró furibundo con la cara enrojecida por la ira.
-¡Él es una abominación! ¡No está a mi nivel! ¡No es posible, el consejo no lo permitirá! –Uriel clavó sus azules ojos llameantes de cólera en ella.
-Uriel, compórtate. –Adonis le lanzó una mirada de advertencia. Uriel masculló una serie de improperios y se fue de la sala dando un portazo. Kaidan sabía que aquello no acabaría ahí, Uriel no estaba acostumbrado a no obtener lo que quería, y no paraba hasta conseguirlo. Que Jazz no solo no lo eligiera, sino que prefiriera la compañía de Kaidan supondría un grave golpe para su infinito ego, nadie lo rechazaba, jamás. Kaidan no sabía cómo respondería Uriel, pero algo intuía.
Kaidan siguió entrenando, esperando que la situación no le salpicara, pero sabía que ya era tarde, no era un iluso, aquello le iba a reventar en la cara. Claro que quería ir a La Tierra, aquel era su más ansiado sueño, y se vio cumplido cuando lo enviaron a por Jazz. No esperaba volver por mucho que lo deseara. Pero sabía que el consejo no lo permitiría, Jazz solo había sacudido un panal de abejas que irían directamente hacia él, la elección de Jazz solo le traería problemas.


Capítulo 3


Jazz suspiró molesta, encontraba exagerada la reacción de los ángeles. En cuanto supieron que pretendía elegir al ángel de alas negras la habían llevado al consejo. Y ahí estaba, frente a Ezequiel, el resto de ancianos, entre ellos Nathaniel, y un grupo de ángeles de alto cargo. Jazz observó sus botas balancearse en el aire, estaba sentada en el mismo sillón que cuando entró por primera vez.


Los ángeles discutían entre ellos, de una forma irritantemente acalorada, Jazz se hundió más en el asiento y cruzó los brazos sobre su pecho.


-Ya lo he dicho, si no voy con Kaidan iré sola. –Sentenció con sus permanentes aires indiferentes.


-No podemos permitirlo, todos sabemos lo que es, una aberración... -Uno de los ángeles jóvenes comenzó a extralimitarse con excusa de su agitación. Adonis también se encontraba ahí, negando con la cabeza ante aquella horrible situación. Ninguno concebía que recayera sobre Kaidan la responsabilidad de salvar La Tierra.


Jazz comenzó a tener curiosidad sobre el origen del peculiar muchacho, ella había notado que no era como el resto. Obviamente sus alas negras y oscuros ojos delataban una naturaleza diferente. Además de su esencia demoníaca, se preguntaba por qué habían permitido que un demonio entrara en el Olimpo, quizás tenía que ver su otra esencia... Jazz dejó de cavilar cuando Ezequiel se levantó de su asiento silenciando toda la sala.


-Está claro que no puedes ir sola, cuando utilices en desmesura tu poder con los viajes en el tiempo tu cuerpo se debilitará, es demasiado poder para ser albergado por un cuerpo físico. –Nathaniel habló con su tono calmado paseando la vista por todos los presentes. –Kaidan, pese a su naturaleza –La incomodidad por aquel tema se hizo presente en toda la sala. Jazz se imaginó que era como si un venado entrara por las puertas del elevador y todos trataran de ignorarlo, nadie hablaba sobre la naturaleza de Kaidan, pero al parecer era imposible de pasar por alto. –pero el chico tiene aptitudes y buen carácter. Adonis, tú lo has visto luchar. –Adonis bajó la mirada convirtiendo sus manos en dos puños sobre su cadera. –Hazel, sabes bien que el muchacho es ávido y curioso con los conocimientos. –Ezequiel miró a uno de los ángeles más alejados que asintió con la cabeza mientras desviaba la mirada. –Si Jazz se encuentra más cómoda con él, pues esa será su voluntad.


-¡Esto es inadmisible! No podemos permitir que nuestras vidas dependan de ese monstruo. –Nathaniel se levantó con los ojos llameantes indignado. A Jazz no se le pasó por alto que se refirieran a sus vidas, en teoría no tenían nada que ver con su mundo...


-Nathaniel, te pido que te relajes, no estamos solos. –Ezequiel le miró advirtiéndole con un pequeño brillo en sus claros ojos, giró su rostro hacia Jazz y le dedicó una pequeña sonrisa. A Jazz comenzaba a caerle bien aquel viejo ángel.


-Sigo pensando que Uriel sería una mejor opción. –Adonis lanzó su último cartucho desesperado. Su voz sonaba firme, pero su cabeza indicaba respeto hacia los ancianos del consejo.


Ezequiel apoyó su dedo índice en la barbilla meditando:


-Nos reuniremos el consejo para llegar a una respuesta. –Todos asintieron y comenzaron a abandonar la sala en silencio.


Jazz se levantó y se fue negando con la cabeza con su paso siempre seguro. No iba a permitir que negaran su petición, y si sus nuevas conclusiones, las cuales cogían forma en su cabeza, eran ciertas, aquello transformaría su petición en una condición.


Estaba harta de esperar en su habitación, así que decidió inspeccionar la zona, no todos los días se tiene la oportunidad de viajar al Olimpo. Caminó sin rumbo fijo pensando en los recientes acontecimientos, observaba el bello y siempre resplandeciente entorno, era como si estar cerca del sol hiciera que sus rayos se vieran diferentes, celestiales, radiantes, pero sutiles. Se internó en las profundidades de una zona con vegetación, esas extrañas nubes lo rodeaban todo como fieles guardianes. Avanzó y avanzó hasta que comenzó a sentirse tranquila lejos de aquellos ciudadanos irritantes, entre los árboles casi podía notar ese reconocimiento, como si estuviera en su hogar de nuevo.


Entonces lo escuchó, jóvenes vitoreando, una voz amenazadora pavoneándose como el gallo del corral, y los inconfundibles sonidos sordos de alguien interpretando el papel de un saco de boxeo. Avanzó aumentando el ritmo hacia la procedencia de las voces, estaban fuera del bosque, en un pequeño parque, la gente paseaba como si nada, apenas dedicándoles miradas de soslayo. Como si fuera lo más normal del mundo que dos hombres agarraran a otro mientras un tercero le asestaba duros golpes en el cuerpo. Simplemente por el color de sus alas, por ser distinto. Algo parecido a la ira se izó en el interior de Jazz, hacía tiempo que no luchaba, y su hambre voraz le pedía a gritos que arreglara cuentas con ese Uriel, ojito derecho de los mandamases del ministerio. Jazz apretó los puños con fuerza mientras una sonrisa se expandía como la pólvora por su rostro. Había echado tanto de menos aquella sensación de anticipación de la acción. Saltó de entre los arbustos y corrió velozmente hacia el grupo de malhechores, como si su intención fuera envestir con ellos simulando que eran bolos y ella una devastadora bola de demolición. Sin decir nada, ni un grito de guerra, saltó retrocedió su puño, en contraste con el resto de su cuerpo para que cogiera mayor fuerza, en el aire y ahí, con el aire revolviendo su cabello hacia atrás, y viendo la estupefacción en los ojos de su presa, se sintió menos vacía. Su puño impactó en la cara de Uriel sin que  lo viera venir, una onda expansiva lanzó a los otros dos sujetos unos largos metros de distancia. Kaidan quedó de pie, a su lado.


El ángel oscuro escupió una mancha roja sobre el suelo. Observó impasible el cuerpo inconsciente de Uriel, aquello aumentaba sus problemas, pero admitía el hecho de que verlo así le producía una pequeña satisfacción interna. Jazz se quitó el flequillo de la frente con un inconsciente movimiento de la mano y conectó sus lilas ojos con los oscuros de Kaidan. La gente había visto la escena y comenzaba a murmurar sorprendidos, en unos minutos los agentes de seguridad llegarían al parque.


-No debiste hacer eso. –Sentenció Kaidan limpiando el resto de sangre de su labio.


-Necesitaba desestresarme, y me has venido de perlas, gracias. –Jazz se encogió de hombros. -¿Por qué los ángeles quieren salvar La Tierra, justo ahora? –Su voz salió imperturbable. Kaidan frunció el ceño efímeramente, él tampoco era alguien de expresiones. Pero pareció entender. Por una vez que no le nombrar como al resto de ángeles no le desagradó, incluso sintió algo parecido al regocijo. Y quiso alejarse de ellos no solo con distancia como siempre soñaba, sino también psíquicamente.


-Sin los humanos los ángeles se debilitan, como un efecto en cadena. La Tierra muere, el siguiente será el Olimpo. Al parecer sin la bondad del ser humano los ángeles no pueden alimentarse. –Kaidan observó cómo los ángeles uniformados de negro se acercaban a ellos corriendo alertados. Sintiéndose bien por haberle relatado aquel importante dato a su nueva compañera.


Jazz profirió una siniestra sonrisa mientras en su mente conectaban las piezas.





Capítulo  4


Y otra vez se encontraba ahí, en la ya familiar sala del consejo. Los de seguridad habían acudido al parque en un intento por apagar los disturbios. Pero solo se encontraron a Jazz y Kaidan esperándolos en silencio. Para Kaidan ya era algo común, lo arrastrarían a los calabozos y le impondrían alguna sanción, aunque simplemente él solo pasara cerca de la disputa o, como aquel caso, él fuera la víctima. Pero Jazz no estaba acostumbrada, y al ver a los guardias del Olimpo ensañarse con su futuro compañero lució su bífida y venenosa lengua para implantar el escepticismo en ellos. Así pues, ahí se encontraban los dos, frente al consejo.

Ezequiel había estado guardando silencio durante el tiempo que Nathaniel desaprovechó dando su injusto discurso lleno de represalias hacia Kaidan.
…por ello el Cosmos irá a La Tierra con Uriel, no se hable más. –Nathaniel se sentó satisfecho de su discurso, pero algo inquieto al ver la tranquilidad y seguridad resplandeciente en el rostro de Jazz. Todos los presentes asintieron sabiendo que la decisión había sido tomada, pero había dos personas que estaban seguras de todo lo contrario. Y luego estaba Kaidan, quien intuía algo por el comportamiento de su compañera.
Jazz sonrió mientras miraba sus uñas, echaba de menos pintárselas de negro. Suspiró y clavó su intensa mirada en Nathaniel mientras elevaba las cejas.
-Iré con Kaidan, si no iré sola. Y como Ezequiel me explicó eso no sería producente para la misión. –Todos guardaron el aliento impactados por su firmeza y seguridad. Todos menos Ezequiel, quien hizo un gran esfuerzo por disimular los tirones de sus comisuras. –Uriel es un ser al que no le confiaré mi vida por todo el tiempo del mundo. Apenas conozco a Kaidan, pero prefiero trabajar con él que ninguno de esos –se mordió la lengua para evitar soltar una palabra demasiado fuerte para los "puros" oídos de los presentes-ángeles sin moral. Hoy he visto como su mejor aprendiz agredía físicamente a otro compañero sujeto por otros dos ángeles. –Los ojos de Nathaniel se abrieron ante la sorpresa y el color voló de su piel. Todos ahí sabían que no era la primera vez que ocurría, lo dejaban pasar por tratarse de Kaidan, pero no creían que Jazz se fuera a enterar. –Así que si él es su mejor aprendiz, no quiero conocer al resto. –Su tono mordaz no pasó desapercibido. Los ángeles no toleraban la falta de respeto de seres inferiores. Nathaniel se levantó colérico interrumpiendo a Jazz.
-¡Tú no ordenas nada aquí! No puedes poner condiciones, si no obedeces tu mundo jamás volverá a ser el mismo, no volverás a ver a tu familia. –Su estridente voz no causó más que ira en Jazz al oírle nombrar a su familia, su tono amenazante le hizo cerrar los puños con fuerza.
-Si no salvo mi mundo, ¿cómo vais a sobrevivir vosotros? ¿De qué os alimentareis? –El tono de falsa inocencia de Jazz hizo que a Kaidan le recorriera un escalofrío todo el cuerpo. Nathaniel empalideció al instante, se dejó caer sobre su asiento derrotado. Pero una última chispa de ira brotó en él.
-¿Se lo has contado? ¡Traidor! ¡Eres un maldito engendro del que nos tuvimos que haber desecho el día que llegaste! –Señaló a un impasible Kaidan que se mantenía como si de colores fuera la conversación.
-Nathaniel, te pido que controles tu temperamento o me veré obligado a pedirte que abandones la estancia. –La voz de Ezequiel rasgó el aire amenazante. –Está claro que debido a la infracción de Uriel no podrá ir a La Tierra. Siento que te hayas llevado esa impresión Jazzeling. –Jazz asintió en respuesta. –Si has elegido a Kaidan, ambos tendrán que comenzar a aprender sobre la sociedad antigua, si van a viajar en el tiempo deben aprender a mezclarse con la gente de esa época. –Ezequiel sonrió amablemente cuando su mirada se posó en Kaidan. El sabio había sido el único ser que Kaidan había conocido que no lo trataba como una abominación. El viejo ángel recordó todas las tardes que había enseñado al pequeño a utilizar el oráculo para poder ver a través de él otras vidas y mundos. Conocía su devoción por La Tierra, y por la curiosa naturaleza del Cosmos, sabía que aquello era lo que Kaidan más deseaba en el mundo, y se sintió bien de que por una vez la suerte le sonriera.
Jazz no había pensado en eso, tendría que estudiar las costumbres en diferentes épocas y lugares, suspiró cansada, aunque lo haría de buen grado con tal de volver a ver a su familia.
Kaidan y Jazz caminaron en silencio, uno al lado del otro hacia la residencia de aspirantes donde ambos tenían sus habitaciones. Jazz pensó en que no sabía nada de él, y en unos días debería confiarle prácticamente la vida, cuando no tuviera fuerzas en el cuerpo y se encontrara desalentadoramente vulnerable, él sería su única ayuda. Lo miró de reojo, sus alas negras seguían encogidas como siempre en su espalda, como si tuviera miedo de mostrarlas. Brillaban reflejando los rayos del atardecer.
-Si vamos a trabajar juntos debemos confiar el uno en el otro. Sé que te he fastidiado con eso de elegirte como compañero.  –Ambos pararon de caminar y Jazz lo señaló con el dedo índice. –Pero no, me niego a viajar durante Dios sabe cuánto tiempo al lado de uno de esos seres engreídos con complejo de Dios. ¡No! Me niego. No soportaría compartir mi tiempo con esos un segundo más, apenas llevo aquí un día y ya me dan ganas de matarlos a todos. Al menos tú no llevas esos aires de superioridad.
Kaidan se quedó en silencio asimilando sus palabras, con su siempre inexpresivo rostro. Ella tenía razón, debían confiar el uno en el otro para que aquello funcionara.
-No me fastidia que me eligieras, no me importaría irme de aquí. –Kaidan espetó encogiéndose de hombros.
-Bien. –Jazz se sintió algo desconcertada, aunque no le sorprendían sus razones, ella también contaba los segundos para largarse de aquel infernal lugar. Siguieron andando hasta llegar a un mirador que reflejaba la belleza del universo, estrellas, rayos anaranjados y siempre aquellas extrañas nubes. Jazz se sentó sobre un muro y observó intensamente a Kaidan, analizándolo. Kaidan decidió seguirla y se quedó a una prudencial distancia de pie. Le seguía incomodando la presencia de otras personas cerca de él. –Tienes esencia demoníaca, pero estas con los ángeles, ¿tu otra esencia es angelical?
Kaidan se tensó visiblemente y desvió la mirada, odiaba hablar de aquello, siempre había sido un tema tabú desde que se dio su existencia. Pero debía hacerlo para que Jazz confiara en él, y bueno, ya era hora de que lo superara.
-Soy un híbrido entre ángel y demonio, una aberración de la naturaleza.
-¿No hay más casos como el tuyo? –Jazz confirmó sus sospechas. Kaidan negó con la cabeza. -¿Cómo fue posible? Creí que los ángeles y demonios no se podían ver.
-Y no pueden, pero digamos que los demonios tienen inmorales formas de tortura. –Su tono fue descendiendo hasta que tomó un ápice sombrío.  Jazz comprendió, no debía ser agradable sentirse el resultado de algo así, ella sabía lo que era una violación, el mundo se había deteriorado lo suficiente como para escenificar ese acto innumerables veces a lo largo de los días.  Jazz simplemente se quedó en silencio pensando, él era un ser único en el universo en el que se encontraban, debía sentirse terriblemente solo. Y ella, por desgracia sabía cómo era ser la única en su especie.
-¿Y por qué en el Olimpo? ¿No sería mejor que vivieras donde el resto de demonios?
-El Purgatorio… -Kidan sonrió amargamente, elevó su rostro y clavó sus fríos ojos en las orbes lilas de Jazz-mi esencia demoníaca repugna a los ángeles, y que una parte angelical esté en contacto con ella es un insulto constante. Pero ellos se supone que son la especie benevolente. Los demonios no serían tan amables con algo como yo.
Un escalofrío recorrió la espalda de Jazz impactada por la frialdad del híbrido, al menos ella tuvo una familia que la quiso incondicionalmente.






Capítulo  5


Jazz suspiró irritada, "enaguas", "¿Qué diantres era aquello?" Tantos datos, tantas formas de hablar, de moverse, el francés, el Antiguo Régimen, la sociedad moderna… demasiada información, creía que su cabeza explotaría en cualquier momento.

Ezequiel había comenzado a impartir sus clases de historia, si bien iban a viajar en el tiempo a distintas épocas debían saber encajar en ellas. Estaban en una de las salas del consejo, en el Oráculo. Jazz había quedado sorprendida al verlo, era una enorme esfera resplandeciente de un color rosado, rojizo en algunos momentos, incluso violeta. En esa superficie se mostraban imágenes, recuerdos de cualquier momento en la Tierra.  Ezequiel había decidido comenzar por la Edad Media, donde deberían encontrar a Edward y Luz. Eran los últimos elementos nacidos del bien y el mal antes de que la corrupción de la energía arraigara en la Tierra. Por ello serían los primeros en ser visitados, por mucho que Jazz no pudiera esperar para ver a sus padres. Así que deberían viajar en primer lugar hacia 1560. La Edad Media no le parecía del todo desagradable a Jazz, dejando a un lado la sociedad humana, encontraba excitante la fuerza de la mitología, la gran cantidad de seres que habitaban en aquellos tiempos.
Kaidan observó detenidamente a Jazz fruncir el ceño, para él aquello resultaba de lo más interesante, aunque lo que su maestro les explicaba él ya lo había estudiado. No era un secreto para Ezequiel las horas que Kaidan había pasado frente al Oráculo después de que él mismo le hubiera enseñado a utilizarlo correctamente. Era la única forma en la que Kaidan podía alejarse y huir del Olimpo, creerse humano o simplemente que formaba parte de la ansiada Tierra.
-No entiendo por qué debo saber quién es Catalina de Médici si no voy a visitar a la corte. –Buzó Jazz saturada después de dos horas con datos que le parecían increíbles que vinieran de su mundo.
-Porque si surge el tema no sería conveniente que pudieras… esbozar algún pensamiento negativo acerca de ella. –Ezequiel dudó al elegir las palabras, todos en el Olimpo habían comprobado que Jazz no era una persona que iba con remilgos. Y aunque a él le agradaba su sinceridad desbordante y mal sonante, la sociedad antigua no estaba preparada para ello.
Jazz se cruzó de brazos sobre su pecho mientras intentaba no rodar los ojos, no se ofendía, pero creía tener suficiente autocontrol como para no blasfemar ante los sensibles oídos de los ciudadanos.
-Bien, creo que es suficiente por hoy. –Ezequiel se levantó de su sillón, él era uno de los pocos que podían comunicarse con el Oráculo, así fue como supieron de la profecía. Era una habilidad que solo los ancianos del consejo poseían, algún día serían sustituidos por los aprendices de la academia que también poseían aquel extraño don. Pero aunque no se estaba comunicando con el Oráculo, el manifestar imágenes durante horas podía desgastar sus energías y necesitaba descansar de vez en cuando. Además, sospechaba que la cabeza de Jazz podría hacer de las suyas, sabía que ella no era propensa a asumir disciplina. Completamente diferente de Kaidan, quien tuvo que aprender de malas formas a rendir cuentas por todo.
Jazz elevó los brazos estirando sus articulaciones con un suspiro de alivio. Ezequiel observó a los dos peculiares seres que tenía delante, negó con la cabeza ante aquella mezcla explosiva.
-Pero deberéis practicar el Vals y el minué. –Sentenció antes de irse y dejarlos solos en la sala del Oráculo con una sonrisa pícara de la que solo él tuvo constancia.
-¡Pero el minué ni siquiera es de la época que nos toca! –Se quejó Jazz frustrada.
-No sabemos con exactitud a qué época nos podrían mandar ni si sería reversible ni cuánto tiempo podríamos mantenernos en una época debido a tus energías. –Explicó Kaidan pacientemente. Él miraba hacia el brillo ensimismante del Oráculo.
Jazz se preguntó si siempre mantenía aquella máscara inexpresiva y si realmente era una máscara.  Kaidan se acercó al Oráculo y con la palma abierta sobre la suave superficie visualizó lo que pedía. El Oráculo se lo concedió como siempre hacía. La imagen de una amplia sala con recargados detalles en mármol apareció tenuemente iluminada por candelabros y una brillante araña colgando del techo. Decenas de personas en parejas y con extravagantes atuendos comenzaron a girar al ritmo de una melodía lenta.
Kaidan se colocó frente a Jazz cuando la melodía se coló en aquellas cuatro frías paredes. Estaban solos en la sala, pero aun así Kaidan no se sentía para nada cómodo con respecto al contacto físico, nunca había sido agradable, jamás.
Jazz lo miró con una ceja alzada.
-¿Ahora? –Preguntó fastidiada. Kaidan asintió, sin permitirse dejarlo para otro momento, debían aprenderlo todo lo antes posible para marcharse de aquel lugar por fin.  El ángel oscuro asintió con sus aires tranquilos e inmutables. Pero pese a su postura imperturbable, Jazz pudo sentir cómo cada molécula de su cuerpo se tensó cuando ella posó su mano sobre la de él. Lentamente, Kaidan dejó su mano derecha sobre la cadera de Jazz, ella también se tensó, hacía más de trescientos años que nadie la tocaba de aquella manera, los recuerdos nublaron su fría mente por unos segundos. Jazz colocó su mano izquierda sobre el duro hombro de Kaidan y esperó a que él abriera el baile como era costumbre.
-"Un, dos, tres". –La voz de Kaidan sonó grave susurrada para solo ellos dos, envolvía la situación en una atmósfera íntima que ninguno se permitió observar. Jazz siguió el ritmo con una sorprendente facilidad, Kaidan inspiraba y espiraba con fuerza consciente del contacto y la cercanía de la peculiar joven, nunca había estado tan cerca de otro ser tanto tiempo, y menos sin estar luchando. Los pasos del ángel eran firmes y seguros, algo completamente distinto de lo que sentía en su interior. Las alas del joven se balanceaban con la música sin poder evitarlo ante el movimiento de sus cuerpos. Maldijo hacia sus adentros cuando se ordenó bajar la mirada y encontró esos incansables orbes lilas escudriñándolo sin pudor, aquello intensificaba notablemente su incomodidad.
Ambos jóvenes bailaban alrededor de la sala, sin ser conscientes de cómo sus cuerpos se compaginaban perfectamente, pareciendo haber convivido durante siglos, y no acabarse de conocer.
-Ya es suficiente. –Kaidan soltó a Jazz y se alejó abruptamente, se acercó al Oráculo y con la palma abierta como ya lo había hecho anteriormente dejó que la superficie volviera a su brillo normal y no reprodujera ninguna imagen.
Jazz meditó aquella herramienta en su mente, "¿Y si…?"
-¿Podría hacer aparecer cualquier imagen? El Oráculo me refiero. –Ella lo señaló expectante.
-Sí, con una correcta enseñanza.
-¿Me podrías enseñar?
-No sé si estaría permitido…
-Deberías tener en cuenta que podría dejarte en la estacada en La Tierra. –Jazz irguió una ceja acompañada de un tono brusco.
-¿Y entonces quién te cuidaría las espaldas una vez te deterioraras?
-Tengo mis recursos.
-Y yo los míos. –Kaidan se encogió de hombros imitando a Jazz. Ésta esbozó una mueca agria antes de suspirar pesadamente.
-¿Me harías el favor de enseñarme? No creo que a nadie le importe que mire lo que quiero mirar. –Agumentó esperando que Kaidan no indagara en ello. Y así fue, Kaidan no parecía interesado en lo que Jazz quería ver.
-Está bien. –Kaidan se hizo a un lado dejándole un hueco frente al enorme instrumento central del Olimpo. Jazz se acercó sin poder evitar que un cosquilleo de anticipación ascendiera por su estómago mientras su corazón aleteaba con velocidad. –Posa la mano sobre la superficie mientras piensas en la imagen de forma concreta. Debes inspirar profundamente para despejar tu mente y que el Oráculo reconozca el mensaje.
-¿Y ya está? –Preguntó Jazz escéptica. Kaidan asintió mientras se daba la vuelta y se acercaba a la salida.
-Debemos ir a la sala de sastrería, nos deben tomar las medidas para los trajes y no podemos llegar tarde. –En realidad él no podía llegar tarde, a él no se le permitía cometer ningún fallo.
Jazz miró por última vez la superficie del Oráculo planeando un futuro encuentro antes de darse la vuelta y seguir al ángel de alas negras por los pasillos de aquel enrevesado edificio.



Capítulo  6


En cuanto se hubo quitado aquel extravagante vestido de la edad Moderna huyó de cualquier persona, consciente de que había llegado al límite de su paciencia por aquel día. Jazz se internó en su habitación y una vez estuvo la puerta cerrada suspiró con cansancio. Se tumbó sobre el cómodo colchón y aguardó el paso de las horas en una perfecta calma.

En cuanto reinó la noche y el celestial manto de estrellas lo guarneció todo Jazz decidió que era el momento. Silenciosamente se deslizó por el pasillo de aprendices y consiguió salir sin ser detectada. Al llegar al edificio del consejo vislumbró a aquel primer guardia que no era específicamente de su agrado, como el resto de ángeles a excepción quizás, de Ezequiel, a él si le guardaba cierta simpatía. Anduvo con paso decidido hacia el guardia, cuando éste se percató de su presencia y observó sus exóticos ojos su conciencia se apagó y su cuerpo cayó al suelo con un sordo estruendo. Jazz pasó por encima del durmiente cuerpo sin tocarlo y siguió su camino hacia la sala del Oráculo.
Frunció sus labios en una fina línea cuando sus ojos captaron el rosado resplandor de aquella poderosa herramienta, el orgullo de los ángeles.  Se acercó lentamente, extendió su mano poco a poco hasta que su palma rozó la brillante superficie. El Oráculo pareció detectarla y cambió a un color violáceo. El corazón de Jazz palpitaba como hacía siglos que no lo hacía, tragó saliva con los nervios alborotando su estabilidad. Inspiró profundamente y vació su mente, solo dejando el recuerdo que quería revivir, pensó en ellos… Notó el cosquilleo en su palma y cómo avanzaba hasta su mente como una línea de comunicación. Finalmente, después del agradable toque, abrió los ojos expectante. Las imágenes comenzaron a tomar forma en la esfera.
-Mamá, papá… -Jazz estiró los dedos hacia las figuras de sus padres que reían felices juntos, como siempre los recordaba. Hacía siglos que no los oía, y no pudo evitar que algo estrujara su corazón, recordándole a aquella vida que tuvo, cuando se consideraba un ser estrictamente vivo. Se olvidó por un momento de su nueva forma de ente vagando por el mundo sin un rumbo fijado ni aspiraciones. Las melodiosas risas de sus padres resonaron durante minutos en aquellas cuatro paredes, aunque a Jazz se le antojaron como meros segundos. Se recordó a sí misma que ahora tenía un objetivo, y era recuperar un mundo apto para que ellos pudieran volver a él.
Volvió a estirar la palma de su mano y esta vez unos ojos verdes ocuparon la superficie de la esfera. Aiden la miraba intensamente, pero la imagen giró la perspectiva, mostrándole la espalda tatuada de otra Jazz. Ambos se miraban a los ojos, ella por primera vez confusa y él arriesgándose y rindiéndose a sus más profundos deseos.
-…Quiero que sea especial.
Le oyó susurrar con aquella suave voz que tanto había echado de menos. Esa que ya había olvidado.
Kaidan se acercó por el pasillo como la mayoría de las noches que estaba lo suficientemente sano como para poder andar. Se había colado por la ventana de siempre, esquivando al guardia de la entrada. Pero esta vez se detuvo antes de entrar, el brillo morado del Oráculo se reflejaba con intensidad por todas las paredes de la sala. Asomó su cabeza completamente extrañado por la posibilidad de que alguien lo estuviera usando a aquellas horas de la noche. Su cuerpo se paralizó al ver una pequeña figura en el suelo sentada, abrazando sus piernas mientras observaba cómo un joven que él reconocía, cantaba con una guitarra a otra Jazz sobre una cama.
-…Quiero exorcizar los demonios de tu pasado… -La suave voz resonaba por toda la sala, Kaidan se permitió observar aquella emotiva escena unos segundos más antes de darse la vuelta e irse por donde había venido, siempre envuelto en su perturbador silencio. Él reconocía aquella canción, Undiscloised Dessires, de Muse. Allí, en el Olimpo no tenían ese tipo de música, pero a él le agradaba todo lo que viniera de La Tierra. No era la primera vez que veía esa escena, ni la segunda. Y aunque le avergonzara reconocerlo, se había imaginado cómo sería ser él quien tocaba esa guitarra. Ser un humano normal y corriente sin miedo al contacto ni al resto de personas. 
Kaidan volvió a su habitación recordando que se le había concedido la oportunidad, viajaría a la Tierra y sería un ser como otro cualquiera, dejaría de ser la abominación durante un periodo de tiempo que él soñaba con que fuera infinito.
Jazz casi grita de alegría cuando acabaron la clase, la última antes del viaje. Andaba como un muerto viviente por los pasillos de la residencia dejándose apoyar en las paredes. Un minuto más de aquellas tediosas lecciones de etiqueta y juraba que se haría el Harakiri. Ni siquiera se dignó a levantar la mirada cuando un cuerpo se interpuso en su camino. Iba a rodearlo, pero algo la agarró del brazo. Jazz se tensó de inmediato y se sacudió la desconocida mano al instante. Sus ojos se clavaron amenazantes sobre su interceptor, reconociendo la figura de Uriel sonriendo con suficiencia.
-No me toques. –Remarcó cada palabra escupiendo veneno como si de una cobra se tratara.
-Se te agota el tiempo para enmendar tu error y elegir a un digno compañero para la misión. –La voz de Uriel sonaba segura, pero aunque podían detectar pequeñas heridas en su rostro hechas por los nudillos de Jazz.
-¿Aún estás con eso? –Bufó aburrida mientras desviaba la mirada intentando captar algo más interesante por los alrededores del pasillo, pero no, estaban solos.
-¿Es que no entiendes que Kaidan es algo que jamás debió existir? Es una aberración de la naturaleza, que la mayoría desearía ver muerto. Por no decir todos, sino fuera por Ezequiel, ese monstruo ya habría sido condenado al fuego eterno.
Una pequeña parte de ella se sintió identificada con el ángel oscuro.
-El que no entiende aquí nada eres tú, y no tengo paciencia como para adaptarme a un bajo nivel cognitivo como el tuyo, así que intentaré ser clara. –Cogió aire dramáticamente antes de continuar. –Tú, -le señaló con el dedo- y el resto de tus grupis muertas en vida me la traen floja. –El rostro de Uriel se descompuso ante aquel vulgar empleo de la palabra.-me importa una reverenda mierda tu opinión, de verdad. Pero si vuelves a tocarme tendré que dejarte otra marca en tu asquerosamente angelical cara de engreído que tienes. –Esta vez sí lo rodeó y se fue con pasos airados hacia su cuarto, sin esperar la reacción de Uriel. Realmente no le importaba lo que los demás pensaran de su compañero, a ella misma le era indiferente.
Uriel apretó los puños enfurecido, nadie jamás había tenido la osadía de tratarlo así, y solo había una persona con la que podía saciar su sed de venganza. Se encaminó hacia la habitación de Kaidan sabiendo que el ángel oscuro no podría defenderse, sería algo intolerable y el consejo tendría la última razón para desterrarlo al Purgatorio, al lugar donde debería estar. Pero su plan se vio frustrado cuando unas diminutas alas blancas se posaron frente a él. Un pergamino de Adonis, los congregaba a todos en la sala de entrenamientos. Con un resoplido de frustración golpeó el papel haciendo que las pequeñas alas se estamparan contra la pared con un pequeño quejido y volvieran por donde habían venido con un vuelo irregular.
Jazz observó toda la sala, Adonis se encontraba a su lado derecho, y un callado Kaidan al izquierdo. Comenzaba a acostumbrarse a su silenciosa presencia, no resultaba irritante como la del resto.
-Bien, os he convocado porque, aunque Ezequiel reitere que no es necesario, el resto de ángeles creemos que son indispensables algunas clases de lucha para poder tener más posibilidad de efectuar la misión con éxito. –Adonis miró a Jazz y a Kaidan.
Kaidan vislumbró por el rabillo del ojo como Uriel sonreía con placer. Sabía que no le dejaría marchar por las buenas, y ya que no habían conseguido aplacar la decisión de Jazz, intentarían acabar con él para impedírselo.  Pero lo que ellos no habían pensado era que aquella vez no tendría que controlarse, si se iba no habría represalias si lesionaba a algún compañero. Ni siquiera Uriel podría vengarse.
-De acuerdo. –Murmuró Jazz oliéndose la trampa. Pero por ella no sufría, si Uriel era el mejor, estaba claro que no habría rival para ella. Aunque últimamente no había practicado, llevaba una eternidad con una katana a la espalda.
Le tocó luchar contra una de las jóvenes que no tenía apenas marcas en su cuerpo, no tenía una piel impecable como la de Uriel, pero no tantas como Kaidan. La chica tenía técnica y era disciplinada, pero Jazz le sacó ventaja en un par de movimientos que la descolocaron llevándola a la derrota. Jazz le dio la mano en una muestra de compañerismo, cosa que sorprendió a la joven.  Edeliss era su nombre, y como todos los ángeles su cabello era claro, un rubio dorado, con unos ojos grises sinceros. La chica asintió con la cabeza hacia Jazz, reconocía una buena luchadora, aunque no fuera un ángel.
-Uriel, posiciónate en un tatami. –Adonis clavó su mirada en Kaidan. –Kaidan contra él. –Kaidan asintió y se acercó al cuadrilátero donde Uriel estiraba.
Uriel no dejaba de sonreír exultante de que al fin le dieran la cabeza de Kaidan en bandeja, pretendía desquitarse con él por todo lo que su repugnante presencia le ocasionaba.
-Con armas. –Espetó Adonis ante el desconcierto del público. Jazz lo observó con el ceño fruncido. –Kaidan ha sido entrenado toda su vida, así que este ejercicio no tendría que suponer ningún riesgo para él.
Uriel cogió su gran hacha, mientras Kaidan agarró sus dos dagas finas de mango negro que siempre utilizaba, eran similares a unas katanas. Les dio vueltas en sus manos mientras una siniestra sonrisa tiró de sus comisuras. Aunque no quería ser alguien vengativo, no pudo retener el regocijo de devolverle por una vez los golpes a Uriel, esta vez sin temor a futuras represalias.
-Comiencen. –La voz de Adonis sonó clara ante el silencio de toda la sala. Uriel saltó sobre el ángel oscuro como siempre hacía cada vez que les tocaba luchar, solo que esta vez Kaidan se había desplazado lo suficiente como para esperarle con su daga brillando por la luz que se colaba en alguna ventana. Uriel giró desorientado y Kaidan aprovechó para estamparle el duro mango de su daga en la cara, haciendo crujir su nariz. Uriel se tambaleo hacia atrás pero puso una distancia segura elevándose con sus alas. Aquella era una clara ventaja, todos sabían que Kaidan nunca utilizaba sus alas. Pero el joven se había acostumbrado a luchar sin ellas. Tantas horas de castigos le habían dado una descomunal resistencia, tantas horas de entrenamiento contra autómatas lo habían convertido en un maestro de aquellas artes sin que nadie se percatara, sin poder ponerlo nunca a prueba.
Uriel se lanzó hacia él en picado, gozando de una escalofriante velocidad, Kaidan giró, pero Uriel consiguió desestabilizarlo. Uriel le lanzó un puñetazo en la cara y cuando impulsaba su hacha con una sádica sed de sangre brillando en su mirada, Kaidan volteó hacia atrás dejando a todos anonadados, ni siquiera le hacía falta utilizar sus alas. Uriel clavó su hacha en el suelo confundido, no podía creer que le hubiera esquivado.
-Maldito monstruo. –Susurró con la ira floreciendo bajo su piel, no podía permitir que él le ganara, jamás. Agarró el mango de su hacha con fuerza y la impulsó hacia arriba para comenzar a asestar golpes a diestra y siniestra sin conseguir acertar ni una sola vez. Aquello solo lo enfurecía más y más. Kaidan se cansó de esquivar y decidió atacar. Se deslizó por la superficie del tatami y rajó la pierna de Uriel, se levantó y pateó su espalda sin importarle el alarido de dolor de su contrincante. Con un salto vertiginoso cayó sobre él y aprisionó su cuello con fuerza.
-Puede que yo sea un monstruo, pero no olvides que tu vida estuvo en mis manos. –Susurró antes de dejarlo sin sentido con un aplastante golpe en su cráneo. El cuerpo de Uriel cayó inconsciente como un peso muerto resonando por toda la sala. Nadie se esperaba aquello, todos miraban con ojos desorbitados el cuerpo de su compañero tendido en el suelo. Todos menos Jazz, ella ya reconoció sus dotes de lucha cuando lo vio entrenar, pero al parecer los demás estaban demasiado cegados por su ego como para concederle algún crédito al joven ángel.
-Bien Kaidan, puedes retirarte. –Sentenció Adonis aun con la mirada fija en su estudiante predilecto tendido en el suelo.  Kaidan asintió y se fue de la sala después de devolver sus dagas a su sitio.